En los últimos años, a través de encuestas (Deustobarómetro, etc) y numerosas movilizaciones, la ciudadanía viene expresando un creciente descontento por el deterioro de la sanidad pública, a la que considera infrafinanciada, y poniendo de manifiesto que quiere mantenerla como un servicio público de calidad.
Fruto de ello, Urkullu, que venía negando la existencia de problemas en Osakidetza, se ha visto obligado a comparecer ante la opinión pública, dando inicio a una importante campaña de comunicación plagada de declaraciones (huecas) y promesas (incumplidas), con el único objetivo de neutralizar el descontento social.
En junio de 2022, Urkullu anunció el refuerzo de la Atención Primaria en Osakidetza. Algo que ya había prometido en julio de 2020, en una entrevista, en la que aseguró: “el fortalecimiento de la Primaria, ha sido el objetivo de esta legislatura”. Sin embargo, no adoptó ninguna medida en esa dirección, mientras la degradación de la Atención Primaria continuó creciendo. La falta de personal, especialmente en medicina de familia y pediatría, y los recortes en los horarios de atención, han sido constantes y las listas de espera se han ido disparando. Es sabido que, estos recortes y retrasos en la atención sanitaria, tienen consecuencias negativas para la salud. Así lo reconoció el propio Urkullu, cuando afirmó, en el Pleno de Política General del Parlamento Vasco, celebrado en setiembre, que “Esperar un día menos marca la diferencia a la hora de tratar a una persona porque cada día cuenta y cuenta mucho.