2012-03-26

Defender el sistema público de salud es defender la democracia

(Por Abel Novoa)

19 de marzo de 2012




Esta semana, el profesor John Ashton publica un artículo en el Lancet  en defensa del sistema sanitario público británico, el mítico NHS, titulado “Defending democracy and the National Health Service”. Ashton, basándose en el conocido aforismo “si no conoces tu historia estás condenado a repetirla” recupera las bases socio políticas que justificaron la creación del NHS en 1948: la recesión económica de los años 20 y 30 y la carnicería de la II Guerra Mundial. Recuerda el autor cómo la sociedad británica que salió de estas dos crisis tenía clara conciencia del “all in it together” (todos juntos). 


Los nuevos gestores conservadores no solo ignoran su propia historia sino que también el enorme cuerpo de evidencias que sustentan el mantenimiento de un potente sistema público de salud. Esta opción nunca había estado menos ideologizada que en nuestros días. Curiosamente, las políticas neoliberales, en nombre de una inexistente objetividad científica económica, están imponiendo un desmantelamiento ideológico del sistema público de salud. Recuerda Ashton las palabras del Profesor Titmuss, un importante teórico de las políticas sociales: “Un servicio solo para pobres es un pobre servicio”. Según Titmuss, existen tres modelos de políticas sociales: Modelo de Bienestar Residual (Residual Welfare Model), Modelo de Desarrollo Industrial (Industrial Achievement Performance Model) y el Modelo de Redistribución Institucional (institucional Redistributive Model)

El modelo británico, también el español, ha seguido los parámetros del Institutional Redistributive Model, es decir, un sistema de bienestar social que es una gran institución integrada que provee servicios universales fuera del mercado y bajo el principio de necesidad. En la actualidad, las reformas neoliberales, fuertemente ideologizadas como decimos, pretenden cambiar este modelo por un híbrido entre el Industrial Achievement Performance Model (un modelo que defiende que las necesidades sociales sean cubiertas solo para los trabajadores, es decir, para los que se lo ganan) y el Residual Welfare Model (y los que se lo ganan que se paguen una sanidad privada; para los que no se lo ganan, la familia o la caridad). Paradójicamente, cuando los sistemas nacionales de salud cuentan con más evidencias científicas a su favor que nunca, por motivos estrictamente ideológicos, estamos destruyéndolos (“we are sleep-walking into its destruction”)

En UK ya ha comenzado la transformación del NHS en un sistema en el que los trabajadores se paguen el seguro médico a través de la Health and Social Care Bill promovida por la Secretary of State for Health. El objetivo declarado es que la institución que gestiona los hospitales públicos británicos (Foundation Trust Hospitals) se financie en un 49% a través de fondos provenientes de pacientes privados. De este modo, en el mismo hospital, existirá una medicina para ricos y otra para pobres. Esta auténtica “segregación” en la atención impulsada por el Gobierno británico necesita de la previa estigmatización del necesitado y la creación de una opinión en las clases medias contra los gorrones e indignos pobres (“vilification of poorer people and the creation of a mindset among those in middling positions that those beneath them are scroungers and undeserving”) (lo pongo textual para que no parezca que estoy cargando la nota; artículo, insisto, de esta semana en el Lancet) 

El autor alerta que no se puede confiar que los proveedores privados de salud se vayan a hacer cargo de las contingencias “poco rentables” como la atención de urgencias, la salud mental o la atención a los ancianos y enfermos crónicos y califica la Health and Social Care Bill de maligna. Hace una llamada a la responsabilidad profesional para que no colabore en este desmantelamiento por motivos de beneficio propio citando una frase de Titmuss que a mí me suena personalmente cercana en estos días: “I happen to believe that the conflict between profesional ethics and economic man should reduced as far as humanly posible” (el conflicto entre la ética profesional y el hombre económico debería reducirse tanto como fuera humanamente posible). 

Termina Ashton: “Estamos a las puertas de un daño irreversible a una de las señas de identidad de lo que es vivir en un país civilizado; es el momento de levantarse y defender una institución que construyeron nuestros padres y nuestros abuelos y de la que somos guardias y custodias hasta que llegue a nuestros hijos y nietos” 

No hay que andarse por las ramas. En UK lo tienen claro. Defender el sistema público de salud es defender el núcleo duro de la democracia. 

Abel Novoa es médico de familia y pertenece a la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Murcia y a la Plataforma Ciudadana NoGracias.


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