Diversos medios de prensa, como si casualmente se hubieran puesto de acuerdo, han lanzado en las últimas horas una dura campaña contra Ángeles Maestro, dirigente de Red Roja. En la tarde de ayer la militante comunista hizo pública una Nota de Prensa.
Ante la gravedad de la campaña emprendida contra su persona inSurGente se puso en contacto con ella:
¿Qué pretenden con esta trama, Nines?
El objetivo es, ante el rechazo general del pueblo ante la ofensiva brutal desencadenada por los gobiernos contra la liquidación de derechos laborales y sociales y contra los servicios públicos, al tiempo que se privatiza todo lo rentable, señalar como “terroristas” a quienes pretendemos organizar al pueblo para impedirlo.
El asunto es muy serio porque, tanto los gobiernos, como quienes han votado la Reforma Constitucional del artículo 135 de la Constitución, como quienes han ratificado en el Parlamento el Tratado de Estabilidad, Cooperación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria (PP, PSOE, PNV, CiU, UPyD, Coalición Canaria y UPN) saben perfectamente que se ha establecido un mecanismo automático y permanente para asegurar férreamente que el pago de la deuda pública (190.000 millones de euros al año, el 19% del PIB del Estado, CC.AA., Ayuntamientos y Seguridad Social) se ejecuta antes de cualquier partida social. También lo saben quienes como CC.OO., UGT e IU, que en teoría se han opuesto a ellos y a la Ley Orgánica 2/2012 que los desarrolla, denuncian los “recortes” del PP e invocan la vuelta del “Estado del Bienestar”, evitando señalar que esos objetivos son absolutamente ilusorios dentro del capitalismo y de sus instrumentos: el pago de la deuda, la UE y el euro.
Como Red Roja ha señalado repetidas veces el problema más grave que tienen la clase obrera y el pueblo trabajador, no es el capitalismo depredador y la derecha política que ejecuta sus designios, sino una supuesta izquierda que actúa como muro de contención para que el pueblo perciba que no hay solución posible dentro de los muros del sistema y se organice para destruirlo.
La supuesta izquierda domesticada, que enarbola la ilusión de que un cambio de gobierno, en coalición con el mismo PSOE que representa al mismo gran capital y a la banca que el PP – la presencia de sus ex ministros y ministras en sus Consejos de Administración aclara cualquier duda al respecto – sólo contribuye a retrasar la organización del poder popular ante la inevitable confrontación de clase que se avecina.
Es un guión repetido, criminalizar a las personas que luchan en contra de la privatización de la sanidad y hacerlo recurriendo al "todos son de ETA".
Es su único y patético argumento. Ante la extensión de la conciencia del pueblo frente a la gran ofensiva de clase que se está llevando a cabo que, no sólo se refleja en el empobrecimento generalizado de la clase obrera y las clases populares, sino que ya se está reflejando en el aumento de la mortalidad precoz – es decir, perfectamente evitable – y la disminución de la esperanza de vida en el Estado español, su único recurso es la criminalización, llamar “terrorista” a quienes luchamos. No pueden ocultar que la corrupción generalizada, desde la Casa Real al conjunto de los poderes públicos – con algunas excepciones como Marinaleda o los gobiernos de Bildu, a quienes criminalizan – tiene carácter sistémico en el capitalismo, porque es la forma de asegurar, con las mordidas correspondientes el saqueo de lo público por la banca y las grandes empresas.
Esa criminalización tiene un recorrido muy corto. El pueblo acaba sabiendo, a través de su propia experiencia de lucha, que a quienes ellos señalan como “terroristas” somos gentes que vivimos de nuestro trabajo, que no nos pueden comprar, que luchamos a su lado sin importarnos detenciones, multas y cárcel, porque nuestro compromiso y nuestra dignidad no están en venta.
Ese ejemplo tiene una fuerza enorme, porque demuestra que no todos somos iguales, frente a quienes han enlodado la representación política o sindical de la izquierda, a cambio de dinero o prebendas.
Eso es lo que temen los poderosos y la razón última de la criminalización mediática.
¿Con el rebrote del neofascismo dentro del PP se trata de apuntar a objetivos de cuadros y organizaciones de izquierda?
Se señala y se criminaliza a quienes no pueden comprar. El pánico que tienen es que surja una izquierda real a la que no puedan sojuzgar, ni corromper. Intentan cortacircuitar el avance de la conciencia y la creación de organizaciones independientes – con la única independencia posible, la que se enfrenta decididamente a su poder – levantando el fantasma del terrorismo.
Se intenta, así mismo, impedir algo que cada vez más gente percibe cuando miles de personas sufren la brutalidad de la represión y el terrorismo de Estado: que todos los pueblos del Estado español encontremos formas coordinadas de lucha frente a un Régimen surgido de la Transición y de los Pactos de la Moncloa que se desmorona, con todas sus instituciones y partidos, por algo tan elemental, tan material y tan insoslayable, que es su incapacidad esencial para resolver los problemas cotidianos de la gente.
Como Lenin decía las condiciones para una situación revolucionaria empiezan a darse cuando los de arriba no pueden seguir gobernando como antes y cuando los de abajo no aceptan seguir siendo dominados. Es entonces cuando surgen los brotes fascistas. La legalidad burguesa se desmorona y aparece el sojuzgamiento de clase con toda su brutalidad.
¿Cómo responder a estos ataques?
La única respuesta es la construcción de poder popular. Es preciso acometer cuanto antes la organización desde abajo, desde barrios y pueblos, en los centros de trabajo y de estudio de comités populares que, al tiempo que potencian y coordinan las luchas, van construyendo la soberanía del pueblo para enfrentar la solución de sus problemas cotidianos y para impedir la ejecución de las políticas que pretenden destruir sus condiciones de vida básicas.
Es preciso también organizarse frente a la represión, frente a las bandas fascistas y, sobre todo, frente a la manipulación informativa que pretende debilitar las organizaciones y el poder organizado del pueblo. Una vez más se alza la consigna de la unidad, más allá de diferencias ideológicas, en torno a programas políticos básicos y, sobre todo, sobre la confianza construida en la lucha diaria.
¿En qué situación se encuentran las mareas ?
Las mareas, el 15M, como ocurrió con el movimiento anti-globalización, expresan de manera general el descontento masivo de un pueblo desorganizado. Sus límites son evidentes. No hay un programa político capaz de construir un poder alternativo y no son capaces de avanzar en la imprescindible organización desde la base. Ese es el reto que nos espera y al que hay que responder. Las movilizaciones tienen que ser expresión de la acumulación de fuerzas o se desmoronan.
¿Qué nos demanda la situación actual?
Es preciso acometer tareas, todas ellas imprescindibles y complementarias. La organización popular desde la base en torno a los problemas concretos que la gente siente y que, en la lucha el pueblo experimente su propio poder. La construcción del poder del pueblo debe arrumbar, por inservibles, las propuestas de quienes pretenden utilizar el sufrimiento y las reivindicaciones populares para dirigirlas hacia objetivos electorales de gobiernos “de izquierda”, cómplices directos de la situación que se vive – como el PSOE- o incapaces de dirigir la lucha contra las auténticos responsables de la explotación salvaje y la miseria del pueblo: la banca y las grandes empresas y el imperialismo de la UE. Este es un proceso largo, de toma de conciencia a través de la lucha y de la comprobación práctica de que ilusiones imposibles que mucha gente deposita en un hipotético gobierno PSOE-IU no tienen salida.
¿En este escenario nace la UPK?
A esa tarea ardua y lenta pretenden contribuir movimientos políticos como el que pretendemos construir con la Unidad Popular de Clase (UPK), cuyo embrión acaba de iniciar su andadura en Madrid y que pretende converger con otros que puedan surgir en el Estado español. La izquierda real debe responder a la necesidad imperiosa de unidad y a la exigencia de reconstruirse sobre bases nuevas, prescindiendo de la losa de quienes nos quieren dirigir al objetivo imposible de reformar el capitalismo. El objetivo es lograr el acuerdo en torno a un programa político básico. En este sentido les facilito el blog de UPK http://unidadpopulark.blogspot.com.es/2013/04/p-margin-bottom-0.html
¿Cuáles serían esos puntos básicos?
No al pago de la deuda, ni de los intereses.
Salida del euro y a la UE.
Derrocar al régimen monárquico de la Transición.
Depuración democrática de los aparatos del Estado y derogación de las leyes represoras.
Derecho de Autodeterminación de los Pueblos.
Expropiación y propiedad pública de la riqueza, de los servicios públicos y de los recursos naturales.
Planificación democrática de la economía.
Plena igualdad de las mujeres.
Ni OTAN, ni Bases, ni gastos militares.
La tarea no parece fácil, conociendo la realidad de la izquierda…
Pero resulta impostergable. La barbarie que nos acecha, la conciencia de que la lucha de la clase obrera y de los pueblos contra el capitalismo y el imperialismo es mundial y de que nos debemos, tanto a las generaciones venideras, como a quienes supieron, en el Estado español y en otras partes del mundo dejar la vida y la juventud por la emancipación de los explotados y explotadas, nos lo exigen.
Fuente: InSurGente
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